Debajo de cada cambio, sustancial en apariencia, subyace lo inalterable, la sustancia permanente que nos hace ser como somos, -y no otros. Cambiar en apariencia adaptándose a las circunstancias es sensato y necesario, pero pretender cambiar esa frecuencia rítmica constante y esencial es como pretender que nuestro corazón siga latiendo a golpe de martillazos.
"La vida hace los caracteres con su acción laboriosa, y también los modifica temporalmente, o los desfigura con la acción explosiva de un caso terrible y anormal. Un cobarde puede llegar hasta el heroísmo en momentos dados, y un avaro a la generosidad."