"A finales de 1876, el profesor Franz Boll (1849-1879) descubrió que la capa externa de la retina posee un color púrpura. Halló que esta superficie se blanqueaba al ser expuesta a la luz, pero retomaba su color original en la oscuridad. Este color púrpura, que Boll llamó sehpurpur (púrpura del ojo), desaperece inmediatamente después de la muerte"

viernes, 30 de marzo de 2012

Una combinación dinámica

Cuando el rojo y el verde se combinan dentro de una composición estática, parecen moverse. Lo mismo ocurre con el rojo y el azul. Todos hemos jugado de pequeños con este efecto visual de contraste entre colores complementarios especialmente saturados; al menos yo recuerdo haberme detenido una y mil veces ante imágenes de estas características, donde el rojo se peleaba con el azul o con el verde y ambos no dejaban de parpadear hasta crear una mezcla violenta que conseguía marearme por completo… Constituían imágenes hipnóticas porque el contraste o la ausencia parcial de armonía termina siempre atrayendo nuestra mirada. Muchos publicistas han jugado con este efecto para hacer de los envoltorios de sus productos un objeto esencialmente estimulante y atrayente. En las estampas que nos brinda la cotidianidad a menudo también se aprecian estos contrastes cromáticos sorprendentemente bellos. Como muestra, un botón.

jueves, 15 de marzo de 2012

El exceso de información atrofia la intuición

La intuición puede ser considerada un engaño. A menudo los juicios pausados y analíticos adquieren mayor credibilidad que nuestras primeras impresiones sobre un hecho concreto que nos atañe, quizá porque esas impresiones puedan ser fruto de nuestros miedos más irracionales o de nuestra falta de experiencia en determinadas parcelas de la realidad.
Normalmente, las buenas intuiciones están avaladas por la experiencia precedente de quien intuye. Cuanto mayor sea la pericia de alguien en un determinado campo de acción, mayor relevancia tendrán las intuiciones relativas a ese ámbito. Cuando la experiencia es insuficiente, las intuiciones pueden estar fundadas en una serie de filias y fobias entrelazadas que quizá no se ajusten del todo a la realidad.
En este punto hay que diferenciar la experiencia acumulada del exceso informativo al que nos sometemos en la actualidad.
La información está ahí para que la asimilemos, -o no-, mientras que la experiencia implica haber vivido, sentido, conocido, aprehendido una realidad más o menos compleja. No obstante, a través de diversos medios informativos podemos llegar a hacernos una idea más o menos aproximada sobre una realidad no vivida, de ahí que a menudo se confunda experimentar un hecho con informarse acerca de ese hecho en concreto. 
Ni mucho menos es lo mismo, pero, gracias al poder que ejerce sobre nosotros nuestra capacidad empática, frecuentemente experimentamos como propias vivencias ajenas, y sentimos a través de los demás, incluso a través de múltiples pantallas.
Cuando el exceso de datos bloquea nuestra intuición, sucede justamente lo contrario a lo que sucedería si en vez de datos tuviésemos un cúmulo de experiencias vitales. Esta impresión es reveladora:
Para tomar una decisión correcta necesitamos tan solo una buena razón y no muchas.
A veces ignorar parte de la información ayuda a acertar.