Me llama la atención la proliferación de este tipo de anuncios. Lemas publicitarios que seducen a primera vista por la radicalidad de su contenido, cuando en realidad lo que presentan es un producto cotidiano como otro cualquiera. Se dan inferencias a menudo descabelladas: para disfrutar de la vida es imprescindible tener un coche con unas características determinadas que, paradójicamente, tienen bastante que ver con lo que los mismos publicistas consideran opuesto al hecho de vivir plenamente. Son contradicciones de esta vida ultramoderna, exigencias del guion...
Antes de almacenar recuerdos tienes que vivir;
tienes que hacerlo porque yo te lo ordeno,
y para conseguirlo necesitas este coche con conexión a Internet,
así no perderás detalle de lo que se cuece en la vida virtual,
esa que te impide vivir plenamente,
esa que te permite estar conectado aquí y ahora, sin límite…
Vivo, ergo olvido.
(Sin que me olviden)