"A finales de 1876, el profesor Franz Boll (1849-1879) descubrió que la capa externa de la retina posee un color púrpura. Halló que esta superficie se blanqueaba al ser expuesta a la luz, pero retomaba su color original en la oscuridad. Este color púrpura, que Boll llamó sehpurpur (púrpura del ojo), desaperece inmediatamente después de la muerte"

domingo, 29 de abril de 2012

Azul místico I

El azul pertenece a la gama de colores fríos, que llaman colores retrocedentes, pues se corresponden con procesos de pasividad y debilitación. Para muchos, el azul es el color del pensamiento (los egipcios identificaban el azul con la verdad), y habitualmente se le relaciona con el cielo y el mar (altura y profundidad), digamos, más bien, que esta es su asociación esencial, a partir de la cual, se establecen otras secundarias, como la del azul claro, (al cielo y día, al mar sereno); y la del azul oscuro, (al cielo y noche, al mar tempestuoso). Se establece una dicotomía entre la sombra y la luz: el azul oscuro se asimila al negro (noche) y el azul celeste, al blanco (día). Leí hace tiempo que el azul es el atributo de Júpiter y Juno, dioses del cielo, y por ello simboliza sentimientos religiosos, devoción, inocencia…

Frío, retroceso, pasividad, debilidad, pensamiento, verdad, cielo, mar, altura, profundidad, devoción, inocencia...
Cuando me preguntaban qué color era mi favorito, siempre contestaba que el azul, (hubo un tiempo en que estaba muy de moda entre las niñas el azul turquesa…). Con el paso de los años me decanté por el cyan porque era un término más rimbombante. Luego lo volví a llamar azul a secas. Ahora me detengo ante el azul cobalto y le guiño un ojo. Me sigue encantando el azul, pero cada día me aproximo más al naranja: 
su complementario.  

viernes, 6 de abril de 2012

Interludio I

"A menudo me pregunto si todos no llevamos dentro una especie de instinto canino casi criminal. Va diluido en esa violencia que se huele, que transpira en la piel cuando estamos con el coche en una calle atascada, hasta otras actitudes en apariencia más sutiles e inofensivas, aunque no por ello menos crueles. Por ejemplo: cuando ante nosotros tenemos a una persona muy tímida que rehúsa permanentemente nuestra mirada. Entonces, y creo que esto le ocurre a bastante gente, nos sentimos súbitamente insuflados de una seguridad rayana en la insolencia. Olvidamos nuestra propia timidez y, viendo al otro más débil que nosotros, nos cebamos en él demostrando o queriendo demostrar una firmeza de carácter que no es real. Aquella frase tan importante en la historia de Roma, ¡Ay de los vencidos!, adquiere en la vida cotidiana, y sin que apenas nos demos cuenta, unas proporciones monstruosas."
(Recuerdo cuando lo leí, y lo anoté, hace ya mucho tiempo. En determinadas ocasiones me viene a la mente, como una extraña melodía pegadiza a la que no consigo poner letra...)