"A finales de 1876, el profesor Franz Boll (1849-1879) descubrió que la capa externa de la retina posee un color púrpura. Halló que esta superficie se blanqueaba al ser expuesta a la luz, pero retomaba su color original en la oscuridad. Este color púrpura, que Boll llamó sehpurpur (púrpura del ojo), desaperece inmediatamente después de la muerte"

domingo, 21 de octubre de 2012

Para ver necesitamos luz

La luz entra hasta el fondo del ojo. El cerebro interpreta los impulsos nerviosos que se han generado a través de las células fotosensibles de la retina. La luz se hace imagen. La imagen se hace estímulo, y el estímulo, impulso. El impulso se interpreta y la interpretación se hace consciente; entonces percibimos la realidad que se despliega ante nosotros. Asombroso: un proceso que se desarrolla de forma inconsciente, -como la mayor parte de los procesos orgánicos a los que nos vemos sometidos-, que pasa tan desapercibido, y que, sin embargo, es tan importante a la hora de interpretar el mundo tal y como se nos representa. Como ocurre la mayor parte de las veces, sólo comenzamos a valorar este tipo de mecanismos cuando se produce algún fallo o alguna anomalía en él. Es habitual no prestar atención a algo que funciona bien y sí hacerlo cuando deja de funcionar o funciona sólo a medias. Nuestra forma de interpretar el mundo es muy peculiar, casi tanto como nuestra manera de convertir la luz en imágenes. Mediante un minucioso proceso selectivo conseguimos filtrar unos estímulos más que otros. Diversas experimentaciones han podido verificar que prestamos mucha más atención a lo menos bueno que a lo menos malo. Nuestros recuerdos o asociaciones negativas poseen más preeminencia que las positivas, con lo que se necesita una cantidad considerable de voluntad para saber o aprender a apreciar lo positivo. Estamos diseñados para sobrevivir adaptándonos al entorno, aunque sea a costa de nuestra propia felicidad. Del mismo modo que para ver necesitamos luz, para conseguir prestar atención a lo menos malo hace falta una pequeña dosis diaria de buen humor y fuerza de voluntad.