En este punto hay que diferenciar la experiencia acumulada del exceso informativo al que nos sometemos en la actualidad.
La información está ahí para que la asimilemos, -o no-, mientras que la experiencia implica haber vivido, sentido, conocido, aprehendido una realidad más o menos compleja. No obstante, a través de diversos medios informativos podemos llegar a hacernos una idea más o menos aproximada sobre una realidad no vivida, de ahí que a menudo se confunda experimentar un hecho con informarse acerca de ese hecho en concreto. Ni mucho menos es lo mismo, pero, gracias al poder que ejerce sobre nosotros nuestra capacidad empática, frecuentemente experimentamos como propias vivencias ajenas, y sentimos a través de los demás, incluso a través de múltiples pantallas.
Cuando el exceso de datos bloquea nuestra intuición, sucede justamente lo contrario a lo que sucedería si en vez de datos tuviésemos un cúmulo de experiencias vitales. Esta impresión es reveladora:
Para tomar una decisión correcta necesitamos tan solo una buena razón y no muchas.
A veces ignorar parte de la información ayuda a acertar.
1 comentario:
Non multa, sed multum...
Publicar un comentario